Minos, hijo del dios Zeus, pidió a Poseidón (dios del mar) apoyo para
suceder al rey de Creta y ser reconocido como tal por los cretenses. Poseidón lo
escuchó e hizo salir de los mares un hermoso toro blanco, al cual Minos prometió
sacrificar en su nombre. Sin embargo, al quedar Minos maravillado
por las cualidades del hermoso toro blanco, lo ocultó entre su rebaño y
sacrificó a otro toro en su lugar esperando que el dios del océano no se diera
cuenta del cambio. Al saber esto Poseidón, se llenó de ira, y para vengarse,
inspiró en Pasifae (esposa de Minos) un deseo tan insólito como incontenible
por el hermoso toro.
Minos, que no prestaba atención a su esposa, dejó que hiciera cuanto
quisiese, y así, ella intentó seducir al toro. Una vez logrado el amor entre el
toro y Pasifae nació, como resultado de esta unión, el Minotauro (con cuerpo de
humano y cabeza de toro).
Minos ordenó a Dédalo (el más
importante constructor de Creta) construir una jaula gigantesca de la cual el Minotauro
no pudiera escapar. Dédalo entonces construyó el laberinto, una estructura
gigantesca compuesta por cantidades incontables de pasillos que iban en
distintas direcciones, entrecruzándose entre ellos, de los cuales sólo uno
conducía al centro de la estructura, donde el Minotauro fue abandonado.
A la par que el laberinto encerraba al Minotauro, Minos atacó el
territorio ateniense e hizo rendir a Atenas y a partir de allí, los atenienses
debían ofrecerle un tributo a Creta. Una de las condiciones era entregar a
siete jóvenes y siete doncellas como sacrificio para el Minotauro. Los catorce
jóvenes eran internados en el laberinto, donde vagaban perdidos durante días
hasta encontrarse con la bestia, sirviéndole de alimento.
Años después de impuesto el castigo
a los atenienses, Teseo, oriundo de Atenas, se dispuso a matar al Minotauro y
así liberar a su patria de Minos y de su condena. Teseo se enteró del
sacrificio de los jóvenes y decidió él mismo ser parte de la ofrenda para
enfrentarse a la bestia. Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a
Minos. Teseo conoció entonces a Ariadna, hija del rey Minos, quien se enamoró
de él. La princesa rogó a Teseo que se abstuviera de luchar con el Minotauro,
pues eso le llevaría a una muerte segura, pero Teseo la convenció de que él
podía vencerlo. Ariadna, se dispuso a ayudarlo, e ideó un plan que ayudara a
Teseo a encontrar la salida del laberinto en caso de que derrotara a la bestia.
Ariadna entonces le entregó a Teseo una punta de un hilo muy largo, y le
dijo que por ningún motivo lo soltara mientras estuviera dentro del laberinto.
Ella sostenía la otra punta del hilo, y gracias a eso, Teseo podía seguir el
hilo de vuelta a la entrada del laberinto. El héroe y los demás jóvenes
entraron al laberinto, y después de varias horas de caminar por éste se
encontraron con el Minotauro. Teseo luchó contra él desarmado, pues el rey no
le permitió llevar consigo sus armas, y lo derrotó. Para salir del laberinto,
Teseo siguió de vuelta el hilo que Ariadna le había dado, y así guió hasta la
salida a los demás jóvenes.
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